PRIMER DESFILE DE LA FASHION WEEK MADRID

Os presento una ventana en la que asomarse para contemplar qué ocurre en el mundo de la moda. Desfiles, tendencias y, por qué no, un poquito de historia de la moda, donde estarán incluidos los grandes diseñadores.

martes, 12 de agosto de 2014

Balenciaga, el gran maestro

Cristóbal Balenciaga  (1895-1972)

Hablar de Cristóbal Balenciaga es hablar del mejor diseñador de la historia, de uno de los más destacados e influyentes creadores de moda del siglo XX, de un referente mundial. Autor de muchísimas aportaciones al mundo de la alta costura, hay tres imprescindibles de citar: la puesta en valor de partes del cuerpo de la mujer más allá del trío canónico (pecho-cintura-caderas); la consquista del espacio en torno al cuerpo, que proporcionó siluetas inéditas, y la capacidad para reinterpretar, desde un gusto moderno, la indumentaria histórica. Tal y como decía Christian Dior, “él es el director de la orquesta y nosotros los músicos que seguimos la dirección que nos marca”. Hubert de Givenchy, otro de sus admiradores más destacados, además de amigo, dijo en una ocasión que “Balenciaga no sólo ha creado un estilo, sino también una técnica. Es el arquitecto de la alta costura”. Cuarenta y dos años después de su muerte nadie duda de que elevó la moda a la categoría de arte.

         Admirado y respetado por diseñadores y clientela, revolucionó el mundo de la alta costura desde sus inicios, allá por 1911, cuando entró a trabajar como sastre en la sucursal que los grandes almacenes parisinos Au Louvre habían abierto en San Sebastián y donde, en tan solo dos años, se convirtió en jefe del taller de la popular sección de confecciones para señoras. Ese ascenso le permitió viajar a París y conocer de primera mano la obra de los grandes modistos de la capital francesa, como Worth, Doucet o Paquin. Pero no solo esta influencia parisina marcaría su trayectoria. Establecimientos como New England o Casa Gómez, instalados en San Sebastián debido al fenómeno del veraneo de la alta burguesía en la vecina Biarritz, formaron a Balenciaga en las rigurosas técnicas de la sastrería inglesa, cuyo dominio constituyó uno de los pilares de su sistema de trabajo durante el resto de su vida.

         Balenciaga no pararía hasta establecerse como modisto de alta costura por su cuenta en San Sebastián, cosa que consiguió en 1917, con tan solo 22 años. Sus viajes a París para presenciar las colecciones de sus admiradas creadoras Chanel, Vionnet o Louise Bolanger eran continuos. Mientras crece su fama entre las damas de la corte y la alta sociedad, Balenciaga va ganando libertad creativa y empieza a presentar en su salón los diseños propios mezclados con los de los diseñadores parisinos.

         Primero Londres y luego París fueron sus destinos cuando la guerra civil española le hizo emigrar, aunque no por ello cerró los talleres que ya había abierto en España hasta aquel momento, en San Sebastián, en Madrid y en Barcelona. Fue en agosto de 1937 cuando Balenciaga hizo la presentación de su primera colección en la capital internacional de la moda, París. Las colecciones presentadas tuvieron un éxito abrumador entre clientas, críticos y editores de moda por su elegante sobriedad y exquisita costura. Los diseños que presentó, aunque con influencia parisina, estaban inspirados en la indumentaria tradicional e histórica española. Para ello Balenciaga recurrió a  los grandes maestros de la pintura española como Goya, Zurbarán y Zuloaga. De Goya capta sus tonalidades y el negro, con sobrevestidos transparentes. De Zurbarán, esos vestidos que estaban formados por capas de seda y que permitían al artista mezclar colores complementarios. Balenciaga emplea su paleta de colores y sus drapeados, que dan una gran caída a sus diseños.

         Los vestidos Infanta de 1939 iniciaron un periodo dominado por las siluetas princesa, que eran combinaciones de tejidos majestuosos, como el terciopelo o el raso, con ricos bordados de azabache y aplicaciones de pasamanería, así como el uso del encaje negro en forma de mantilla o accesorios tradicionales similares.

Tras hacerse un hueco muy importante en la alta costura, son muchas las aportaciones que el diseñador hizo al mundo de la moda, fruto de un trabajo riguroso, perfeccionista y a un elevado conocimiento de la técnica. Pero es en 1947 cuando Balenciaga consigue encumbrarse en lo más alto, cuando logró lo que sin duda constituye una de sus mayores contribuciones a la historia de la indumentaria femenina: la introducción de una nueva silueta para la mujer. En el mismo año que Christian Dior cautiva al mundo con el New Look, un nostálgico revival de las románticas siluetas del siglo XIX, el diseñador vasco sorprendía con la presentación de líneas fluidas y curvadas y volúmenes que rompían con lo establecido.


Abrigo fucsia de línea baby-doll (1958)

         Balenciaga era un genio de las proporciones. El cuerpo de la mujer era para él una escultura viva que la moda podía completar. Así empezó a dibujar líneas que se despegaban del cuerpo: los abrigos de la línea tonneau, en forma de barril. Siguiendo con esos principios que guiaron la línea barril, introduce el traje semientallado, caracterizado por su volumen en la espalda que contrasta con el talle ajustado en el frente. En 1955 presenta el vestido túnica, que constaba de dos piezas de líneas rectas y depuradas que envuelven el cuerpo sin oprimirlo; seguidos por la creación de los vestidos balloon, en forma de saco, que era un paso más en la evolución del creador. La revolución del creador no quedaría ahí, continuaría con los vestidos baby-doll, aniñados y espaciosos, caracterizado por la sencillez de su silueta trapezoidal que elimina el talle, creación del año 1958; y los vestidos queu de paon, es decir, “cola de pavo real” (cortos por delante y largos por detrás). Estas fueron algunas de las creaciones más innovadoras y exitosas de aquella época, que se convirtieron en historia de la moda occidental, a las que modistos y críticos se rindieron. Se puede decir que, en la década de los cincuenta, con cada una de sus colecciones marcaba tendencia. Marcó tendencia hasta en la utilización de las telas, pues crean para el modisto el gazar y el supergazar, un tejido delicado y ligero, pero con mucho cuerpo, apto para los diseños escultóricos que buscaba. Un diseñador muy prolífico, pues sólo entre 1954 y 1955, Balenciaga abocetó 607 diseños y vendió 2.325 modelos, convirtiéndose en uno de los grandes couturiers de moda. Como dijo su gran admirada Coco Chanel, otra de las referencias indispensables en el mundo de la moda en aquellos años: “Es el único de nosotros que es un verdadero costuriers, pues es capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin”.

         Balenciaga decía que “un buen modisto debe ser arquitecto para la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”. Así era él: revolucionario, metódico, reservado, tenaz y perfeccionista. Bien llamado el “arquitecto de la moda”. Y todo eso se reflejaba en sus diseños.

         Enamorado de la comodidad -porque para el diseñador si las mujeres van cómodas se sienten bellas y lo transmiten con elegancia-, sus modelos son perfectos, de austera belleza, que huyen de adornos superfluos y ceden todo el protagonismo a la mujer. Así, para el día, reinventa los trajes sastre, que los presenta en el año 1959 con nuevas líneas, con chaquetas cortas y talles subidos, con una gran calidad arquitectónica. Eso para el día, pero para sus creaciones de noche destaca el estilo imperio, de talle alto. Y aunque concibe siluetas cada vez más puras y abstractas, no renuncia ni a la utilización de la más rica pedrería en sus espectaculares vestidos ni a una gama nueva de colores. Fue el primero en introducir en un traje de alta costura el color fucsia.

         Pero además de todas estas revoluciones en el mundo de la moda, presenta un estilo sport de gran elegancia y sorprende con la introducción de las primeras botas altas, realizadas por Mancini, en diseños de alta costura. Y hace un recorte de las mangas para que las grandes damas puedan lucir sus joyas o guantes.

Traje de novia de satén blanco de la Reina Fabiola


         Esa experimentación de Balenciaga con la arquitectura de los trajes llegaría a su máxima expresión a finales de la década de los sesenta con la creación de magníficos trajes de novia. El traje de novia de la Reina Fabiola de Bélgica dio la vuelta al mundo, pues fue el primer gran acontecimiento que miles de personas pudieron admirar en directo gracias a la televisión. En Bruselas había nevado y el termómetro no superaba los cero grados, pero la joven española se presentó en la catedral de San Miguel con un deslumbrante traje de novia de satén blanco, con una larga cola y varios adornos de piel de visón en el escote y en talle. El conjunto, que se ceñía ligeramente al cuerpo, lo había diseñado Cristóbal Balenciaga en armonía con el carácter sencillo y elegante de la novia. Ese diseño vino a confirmar el prestigio del diseñador español, que ya había cumplido entonces 65 años y que había visto cómo la fama se multiplicaba además por la publicación de ese vestido en todas las revistas del mundo.

         A partir de ese momento desarrolló nuevas telas, reinventó las siluetas y creó los vestidos de novia de algunas de las mujeres más famosas del mundo. Con su gran perfección, creó su famoso vestido trapecio para novias usando una sola costura. El vestido trapecio era sin mangas, con una línea en A y una gran cola. El cuello del vestido quedaba erecto sobre las clavículas, enfantizando las líneas del cuello de la novia, dándole aspecto de cisne. Además, inspirado por el flamenco español, Balenciaga comenzó a incorporar en los diseños de novia tres capas fruncidas. La primera era un corpiño sostenido por ballenas. La segunda era una seda color crema que se deslizaba como una cubierta de chifón. Y la parte externa era un corte con tres capas de fruncidos, con cuello bote, sostenido por breteles de seda que acentuaban los arcos.

         En 1968, más de cincuenta años después de que abriera su primer establecimiento de costura en San Sebastián, Balenciaga anunciaba el cierre de todas sus casas de París, San Sebastián, Madrid y Barcelona. El modisto se tomaba un merecido descanso tras toda una vida dedicada a la superación y el perfeccionamiento de su oficio, y lo hacía en medio de la revolución juvenil de la década de los setenta y el triunfo del prêt-à-porter, que se estaba imponiendo en todo el mundo en decadencia de la alta costura, algo que el modisto no entendía, pues para él el vestido es “la casa del cuerpo, y cada cuerpo era diferente”. No entendía esa fabricación en serie de diseños, al igual que odiaba la minifalda.

Carmen Martínez Bordiú y Alfonso de Bordón, el día
de su boda


         A pesar de su retiro, Balenciaga realizó diseños para amistades íntimas, familiares y compromisos, como en el caso del traje de novia de Carmen Martínez-Bordiú, con el que contrajo matrimonio el 8 de marzo de 1972. Era un conjunto de raso natural blanco, con ciertos reflejos grises y rosáceos, de manga larga, y dotado de un bordado en el que predominaban las flores de lis, especialmente la que destacaba sobre el pecho. Tan solo unas semanas después, el 24 de marzo, Cristóbal Balenciaga fallecía en Javea, Alicante.

         Su nombre conserva un prestigio que perdura en el tiempo y una herencia que pocos diseñadores han logrado, algo que parecía improbable cuando aquel joven que trataba de emular a su madre y a su abuela en un pequeño pueblo pesquero de la costa vasca dibujó sus primeros diseños.


1 comentario:

  1. Menudo cambiazo ha pegado el Blog este verano. Enhorabuena Marisol. Buen trabajo.

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